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Jornada Mundial de la Vida Consagrada 2022

Mensaje

"Yo hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5)

«La vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia» (VC3). Estas palabras de la Exhortación apostólica sobre la Vida consagrada (1996) recogieron el rico caudal de la herencia conciliar y marcaron, como brújula segura, el camino de las consagradas y consagrados en los últimos veinticinco años.

Iluminado por este camino conciliar, san Juan Pablo II propuso tres objetivos al instituir la Jornada de la Vida Consagrada (1997): agradecer a nuestro Padre Dios el don de los carismas de la Vida consagrada, promover su conocimiento en el Pueblo de Dios y celebrar las maravillas que el Señor ha realizado en las personas consagradas.

La Vida consagrada, mística y profética, ante las consecuencias de la emergencia sanitaria: desconcierto, enfermedad, tristeza, carencias económicas, pérdida de seres queridos..., está llamada a anunciar la alegría del Evangelio y proclamar que el Espíritu Santo, presente en nuestro mundo, está haciendo surgir algo nuevo en este cambio de época.

La Vida consagrada tiene el desafío de transformar los tiempos difíciles en tiempos de esperanza; su generoso testimonio y su presencia cercana y sencilla con nuestro pueblo ayudan a levantar la mirada de tantas personas afectadas por el dolor y el sufrimiento.

Por esto, que ningún virus arranque del corazón de las consagradas y consagrados la fuerza y la fecundidad del seguimiento de Jesús; que ningún virus robe la alegría del Evangelio, compartida con los pequeños, con los que sufren desconcierto y soledad. Así, la Vida consagrada debe reflejar el rostro de la misericordia de nuestro Padre Dios, no importando la experiencia de los límites, la sensación de impotencia, la oscuridad de la cruz.

El Papa Francisco nos ha invitado a transitar por nuevos caminos con creatividad: "Este es el tiempo propicio de animarnos a una nueva imaginación de lo posible con el realismo que sólo el Evangelio nos puede proporcionar. El Espíritu, que no se deja encerrar ni instrumentalizar con esquemas, modalidades o estructuras fijas o caducas, nos propone sumarnos a su movimiento capaz de 'hacer nuevas todas las cosas' (Ap 21, 5)" (17-IV- 2020).

Sí, el Espíritu quiere hacer nuevas todas las cosas, su creatividad rebasa nuestra imaginación. En este tiempo, el Espíritu, a través de muchos signos, no nos está hablando, sino que nos está gritando para que busquemos nuevos caminos:

El Proyecto Global de Pastoral (CEM2031-2033), la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe (CELAM 2021), el Encuentro Eclesial de México (CEM 2021-2022), y el Sínodo de la Iglesia universal (2021-2023), además de Capítulos Generales, Provinciales y Asambleas de Institutos religiosos, Asambleas de la CLAR y de la CIRM. Todo habla de la acción creativa del Espíritu que está impulsando a una Vida consagrada en salida misionera y a caminar juntos hacia una Iglesia sinodal en salida.

"Estoy seguro de que el Espíritu nos guiará y nos dará la gracia para seguir adelante juntos, para escucharnos recíprocamente y para comenzar un discernimiento en nuestro tiempo, siendo solidarios con las fatigas y los deseos de la humanidad" (Francisco, 9-X-2021).

Este es el horizonte por el que el Espíritu Santo desea que transitemos en la Iglesia y en la Vida consagrada para su renovación, escuchando juntos lo que Dios quiere decir a su pueblo. Como afirma el Papa Francisco, se trata de algo decisivo para la vida y misión de la Iglesia: "Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio" (17-X-2015).

En nombre de la Conferencia del Episcopado Mexicano, la DIVIC agradece a la Vida consagrada que peregrina en México su respuesta y testimonio evangélicos ante la crisis sanitaria de nuestros pueblos y de nuestras Diócesis, pues «la Vida consagrada es un don para la Iglesia, nace en la Iglesia, crece en la Iglesia, está totalmente orientada a la Iglesia» (FRANCISCO, Carta apostólica a los consagrados con ocasión del año de la Vida consagrada, III 5, 2014), es decir, «está en el corazón mismo de la Iglesia» (VC 3).

Este principio debe estar en el corazón de los Pastores como de los consagrados. A los Obispos corresponde recibir la vida consagrada «con alegría y gratitud», mostrando hacia ella benevolencia, paternidad y amor solícito. Los consagrados, por su parte, deben tener presente que no son un «patrimonio cerrado» sino una faceta integrada en el cuerpo de la Iglesia, atraída hacia el centro, que es Cristo (cf. FRANCISCO, A los participantes al Congreso Internacional para Vicarios Episcopales y Delegados para la Vida Consagrada, n° 1, 28-X-2016).

Hermanas y hermanos de la Vida consagrada, la Iglesia los necesita. Sigan dando testimonio de la alegría del Evangelio en medio de un mundo fragmentado, que tiene hambre y sed de Dios. Sean savia carismática que nutre el árbol de la Iglesia para que dé frutos abundantes de vida y santidad. Que Santa María de San José y San José de Santa María, quienes consagraron su vida a Dios al servicio de Jesús, los acompañen, a ustedes que han recibido el don de la consagración en el seguimiento de Jesús, al servicio de nuestra madre, la Iglesia.

                                              Mons. Salvador Murguía V., SDB        Mons. Ruy Rendón Leal              Mons. Julio C. Salcedo A., MI

                                              Obispo Prelado de Mixes                      Arzobispo de Hermosillo             Obispo de Tlaxcala
                                              Vocal de la DIVIC                                Vocal de la DIVIC                        Responsable de la DIVIC